viernes, 29 de septiembre de 2017

¿Qué debo tener en cuenta sobre los medicamentos para mi alergia?



'Sebastián' es un hombre de 23 años, no fumador, deportista, y miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Nunca se imaginó a sí mismo utilizando un inhalador antes de salir a correr por las mañanas por la preciosa ciudad de Ronda (Málaga) donde vive. Pero hace un par de años fue diagnosticado de alergia respiratoria, con síntomas de rinitis y asma bronquial. El problema de no respirar bien se agravaba con el ejercicio físico y más aún con el aire frío de la mañana.
'Sebastián': Militar asmático
Acudió al alergólogo, se le realizaron pruebas en la piel y de función pulmonar, y tuvo que aceptar que, con la medicación para los síntomas y las recomendaciones que le hizo el especialista, su vida había ido a mejor. Se le recomendó que valorase la posibilidad de iniciar tratamiento con vacunas (inmunoterapia específica frente a los pólenes que le causaban el asma y la rinitis), pero de entrada no quiso. Sí estuvo de acuerdo en ir realizando revisiones periódicas.
Pruebas Cutáneas Prick, Espirometría y Ventolín
 En su última visita, admitió que había tenido que usar el tratamiento más veces de lo habitual en los últimos meses, habiendo llegado a ser atendido una noche de urgencia y necesitando aerosoles y otros medicamentos debido a una crisis intensa de falta de aire.

Se le realizó una espirometría (prueba de función pulmonar muy sencilla que permite evaluar si existe una obstrucción bronquial, por ejemplo), apreciándose cifras peores a las que se habían obtenido el año previo. Entonces admitió que, como venía a la consulta, había dejado de tomar la medicación que usaba a diario, “por si le hacíamos alguna prueba”.

Es verdad que en caso de asistir a una consulta de alergia por primera vez para realizar los test en la piel (los pricks), es recomendable venir sin haber tomado antihistamínicos unos días antes (según de cual se trate, entre 7 y 10 días).  Tal vez esta recomendación sea la causa de que muchos pacientes interpreten que esto afecta a “todos los medicamentos”. Pues NO es así.
Suspender antihistamínicos 7-10 días antes para las pruebas cutáneas
 Cuando en una revisión de control de un paciente con asma bronquial, el médico le realiza una espirometría, ya sabe que es asmático y que usa tratamiento. Lo que le interesa conocer con la prueba es si el tratamiento está siendo útil en mejorar su capacidad respiratoria. Por eso, es bueno que se acuda con la medicación tomada. Y si resulta que esos días la rinitis no le ha dejado abandonar los antihistamínicos, pues no se dejan, nos indicará cómo de “fuertes” son los síntomas, y nos ayudará a relacionarlos con los alérgenos que en ese momento están en el ambiente (ácaros, pólenes, hongos…).

Tras aclarar esto con 'Sebastián', dijo que se había pensado mejor lo de la vacuna, y que deseaba iniciar el tratamiento. (En realidad, lo había consultado con amigos, vecinos y su madre y le habían recomendado hacerlo, pero lo que le animó definitivamente fue el Dr. Google. Por desgracia es así no solo en alergia, se hace más caso a los legos que a los especialistas).
Inmunoterapia con alérgenos: Un tratamiento con más de 100 años
 Y le surgieron algunas dudas: ¿Podré dejar los inhaladores y los antihistamínicos?, ¿puedo tomar otros tratamientos (antibióticos, analgésicos,…) si me estoy vacunando? ¿si los tomo harán más o menos efecto?
Aquí tenéis algunas respuestas:

Si la eficacia de la vacuna fuera la esperada, los síntomas (moqueo de nariz, tos, falta de aire, etc) irán disminuyendo en intensidad y frecuencia, poco a poco, por lo que la necesidad de usar fármacos para aliviarlos será menor. Pero NO será de forma inmediata, por lo que no se debe abandonar el tratamiento sin supervisión de forma brusca.
Si a lo largo del tratamiento surgieran otras enfermedades, desde un dolor de cabeza o de muelas a una infección que necesitara antibióticos, serán tratadas de la misma forma que si el paciente no se estuviera vacunando. La vacunación antialérgica NO afectará a mi sistema inmune para defenderme de infecciones y no voy a librarme de la gripe o voy a dejar de tenerla por hacer el tratamiento. Por cierto, a los que sois asmáticos: ¡DEBÉIS VACUNAROS DE LA GRIPE CADA AÑO!
Campaña vacunal contra la gripe 2017
Los tratamientos con vacunas NO interaccionan con otros medicamentos. Es decir, no incrementan ni disminuyen el efecto de antibióticos, antiepilépticos, antiinflamatorios, antihipertensivos, etc. Ni siquiera con otras vacunas (solamente hay que dejar una semana de diferencia entre cualquier vacuna y la vacuna antialérgica).
Las vacunas antialérgicas no interaccionan con fármacos
 Y así, 'Sebastián', ha empezado a vacunarse para que los pólenes habituales de donde vive le resulten menos dañinos cuando se vea obligado a respirarlos.

¡Ya os contaremos si el año que viene se alegra de haber confiado en nosotros!

Dra. Gloria Requena Quesada
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga.

viernes, 15 de septiembre de 2017

La incidencia de asma infantil se dispara



Actualmente es de sobra conocido que el asma es la enfermedad crónica de la infancia más prevalente en España y, en general, en todo Occidente. Distintos estudios hacen referencia a un crecimiento de hasta un 50% en la última década, y dicho incremento en la prevalencia se ha correlacionado también con el detectado en la rinoconjuntivitis alérgica y la dermatitis atópica. En resumen, a más alergia, más asma infantil. Y es que sabemos que entre el 40-80% de los niños con asma está sensibilizado al menos a un alérgeno inhalante. Pero no solo la alergia es responsable, y otros factores de riesgo vienen a sumarse: la genética (que está siempre presente, se quiera o no), la lactancia materna (que según el resultado de algunos estudios actuaría como factor de protección, al igual que una dieta rica en vitaminas C, D, E y carotenos), el consumo de tabaco durante el período gestacional (sobran las explicaciones), la siempre controvertida contaminación ambiental, etc.
Causas y desencadenantes de asma.
        El desarrollo de asma en la infancia es, por tanto, consecuencia de la interacción de varios factores: los endógenos, que vendrían determinados por una predisposición genética inevitable, y los exógenos, entre los que incluiríamos a los alérgenos inhalantes, los agentes infecciosos (virus en su mayor parte), los contaminantes ambientales y el humo del tabaco. La exposición a estos factores exógenos en un niño susceptible, llevará al desarrollo de una serie de respuestas que abocarán al daño en el tejido respiratorio, y este, a su vez, al desarrollo de los síntomas que algunos ya conocéis: tos seca, “pitos”, dificultad respiratoria u opresión en el pecho.

En ocasiones, las crisis de asma llegan a requerir asistencia hospitalaria cuando su control se hace inviable en el domicilio. Son los casos más extremos, que requieren tratamientos recurrentes con corticoides sistémicos y que merman la calidad de vida de los niños, provocando ingresos frecuentes, continuas ausencias escolares, limitando la actividad física, las relaciones sociales e incluso afectándoles psicológicamente a ellos y a sus familiares.
Ingreso por crisis de asma
El perfil o fenotipo del niño asmático es variable: lo es en sus causas, en sus comorbilidades, en sus expectativas de futuro y en su tratamiento. Por eso es muy importante un diagnóstico precoz, que permita conocer a qué tipo de asma nos enfrentamos, y qué medidas pueden ponerse en marcha para minimizarlo, controlarlo o tratar de hacerlo desaparecer.

El asma infantil es hoy en día una entidad clínica que requiere un gran trabajo en equipo: pediatras, alergólogos y neumólogos deben coordinarse para abordar de forma multidisciplinar su diagnóstico y su tratamiento: la tos y la falta de aire no significan necesariamente que exista asma, y no todos los casos de asma son de origen alérgico. El enfoque terapéutico irá dirigido exclusivamente a aquellos factores exógenos que sean evitables (ya hemos dicho que los endógenos los llevamos de serie) y, mientras tanto, a mejorar el estado de la vía respiratoria de nuestros pequeños aplicando la mejor terapia disponible. En este punto tienen que ver mucho los padres, ya que no podemos exigir a un niño que realice un cumplimiento terapéutico adecuado. Entra aquí por tanto la importancia de la educación sanitaria. Las consecuencias de un asma infra-tratado o no tratado serán devastadoras en la calidad respiratoria del niño a medio y largo plazo. Los médicos debemos velar por el cumplimiento de las prescripciones, pero son los padres los principales baluartes una vez recibidas las indicaciones pertinentes. Y los profesores, no lo olvidemos, porque gran parte del tiempo se pasa en la escuela.
Equipo multidisciplinar para el tratamiento del asma
En definitiva y para terminar, debemos quedarnos con que el asma infantil es una enfermedad crónica que está incrementando su incidencia en los países industrializados, que, aunque determinada por la genética, no es de causa exclusiva, sino que otros factores intervienen en su desarrollo, factores sobre los que se puede actuar mediante la evitación y el tratamiento específico; y que es fundamental la educación sanitaria y conocer las consecuencias que derivan de no abordar el problema de forma precoz.
Niña usando un broncodilatador
Por otro lado, cada vez disponemos de más armas para atajarlo: la primera, el conocimiento, que cada año que pasa es mayor respecto a esta enfermedad; la segunda, la batería de fármacos que la industria farmacéutica lanza al mercado mejorando a la precedente, permitiéndonos a su vez una mayor maniobrabilidad a la hora de enfrentarnos a este tipo de pacientes: no lo olvidemos, los más vulnerables de la casa.  
Los niños asmáticos también van al cole
Dr. Gonzalo Campos Suárez.
Médico Especialista en Alergología.
Grupo AlergoMálaga.